Dar El Regalo De No Juzgar
Por Aditi Ishaya
¿Cómo Sabemos Cuándo Ayudar O Cuándo Es Un Juicio?
Imagina que supiéramos de forma natural qué hacer en cualquier situación. O que fuéramos capaces de reconocer intuitivamente cuál es la acción adecuada cuando tratamos con personas y circunstancias de la vida. O reconocer cuándo estamos actuando por juicio a los demás o a nosotros mismos.
Siempre he querido ayudar a las personas en mi carrera empresarial y en mi vida personal. Venía de un deseo genuino de querer hacer feliz a todo el mundo y de ayudar a las personas a evitar el estrés y el malestar que pudieran sentir en sus vidas.
Es algo que hacía con mi familia, amigos, compañeros de trabajo y la gente en general, ¡con todo el mundo! Quería arreglarles las cosas, hacer que se sintieran mejor y quitarles el estrés y el sufrimiento.
Mi manera habitual era intentar decir lo "correcto" o hablar acerca del problema sin encontrar nunca una solución práctica. Nunca decía lo que intuitivamente había que decir o no decir por miedo a molestarlos.
De este modo, tras una interacción con un amigo o un ser querido, no sentía que le hubiera ayudado en absoluto. Sólo había reforzado su malestar y lo había añadido a mi mochila personal de experiencias dolorosas.
Por Qué Apoyar Puede Ser Mejor Que Arreglar
No fue hasta mucho más tarde que me di cuenta de que los trataba como si estuvieran "rotos". Estaba desesperada por hacer que todo fuera mejor para ellos, cuando lo único que necesitaban de mí era mi apoyo.
Venía de las mejores intenciones, pero era un enfoque menos que efectivo -aunque lo repitiera una y otra vez en mi vida. Venía de la creencia de que algo estaba mal y ¡tenía que arreglarlo!
Ciertamente me complicó la vida, porque siempre estaba dudando de mí misma. "¿Debo decir esto, debo decir aquello?". "¿Qué tengo que hacer ahora?" "No puedo ser feliz porque mucha gente no lo es".
Era una forma agotadora de vivir la vida. No estaba viviendo mi auténtico yo, pero no sabía cómo cambiar mi forma de ser.
Cuando aprendí las técnicas de Ascensión de los Ishayas, todo eso cambió. Tenía las herramientas para reconocer y descansar en el momento presente, y a partir de ahí empecé a desarrollar mi relación con la intuición. Cada vez era más fácil estar presente en lo que sucedía.
Vi claramente que nadie estaba roto y que nadie necesitaba mi ayuda. Lo único que necesitaban era que yo estuviera presente en lo que estaban viviendo y que actuara si era necesario, o no.
Me dio el valor para responder naturalmente a cada momento y hacer las cosas más intuitivas y en armonía con lo que se estaba desplegando.
Estar Presente En Lo Que Es, Permite Que Nuestra Intuición Fluya Con Naturalidad
Cuanto más presente estaba, menos crítica y más intuitiva me volvía. Esto me permitió comunicarme con naturalidad de forma empática y compasiva. Desde ese lugar, lo que se necesitaba se hizo evidente.
La claridad es el resultado natural de estar atento a este momento. Me di cuenta de que machacar un problema, y masticarlo, no tenía ningún valor. En lugar de preocuparme o inquietarme por las cosas, podía ver mis juicios, dejarlos ir, sentir cualquier emoción que estuviera allí, y volver al momento y actuar desde allí.
Descubrí que todo dependía de dónde ponía mi atención. Si me quedaba atrapada en mi cabeza y ponía la atención en mis pensamientos y emociones sentenciosas, o si ponía mi atención en el momento presente, que estaba libre de pensamientos y libre de juicios.
No Tener Juicios Es El Mayor Regalo Que Podemos Ofrecer A Alguien
Si estamos plenamente presentes en lo que es, no hay lugar para juzgar una situación o una persona. Sólo hay acción o inacción intuitiva. Esto permite que cualquier cosa que se presente sea como realmente debe ser.